"El espectro del bosque". Fragmento de: El Ángel Del Mausoleo


"Desperté al amanecer, recostada en el claro de un bosque.  
Me largué a caminar aturdida, sin entender cómo había terminado allí.  
El suelo estaba alfombrado por hojas secas que crujían con cada uno de mis pasos; una niebla espesa lo cubría todo, apenas se distinguían las alargadas formas de los árboles.  Podía respirar la humedad del ambiente, oler la gramilla mojada, y sentir a la naturaleza en sus miles de murmullos matinales. 
Por momentos todo aquello lograba distraerme, hasta que mis pensamientos se volvían a centrar en la extrañeza de lo que estaba ocurriendo.  
De pronto, escuché el llanto infantil. La silueta de una criatura pequeña se dibujaba detrás de la niebla, en un claro. 
Me dirigí hacia ella, pero una sombra enfurecida me golpeó y me apartó del camino.  
El llanto del niño cesó, aunque el lamento desgarrador de una mujer me atravesó el corazón. 
No pude distinguirla, pues la bruma le ocultaba el semblante, sin embargo la luz amarillenta de los ojos se filtraba de manera sobrenatural a través de la niebla. 
--¡Mi hijita! ¡La he perdido para siempre! ¡No! ¡No dejaré de buscarla! ¡No conseguirás que deje de hacerlo! ¡Monstruo! ¡No ha sido mi malicia! ¡No ha sido mi culpa! 
La sombra pasó junto a mí, pero esta vez pareció no percatarse de mi presencia, entonces la seguí.  
Hacía tanto frío que mi aliento transformado en un vapor de extrañas formas se acoplaba a la bruma.  
La figura se detuvo y se volvió hacia mí. Sentí pánico porque las luces ambarinas me encontraron. Entonces soltó una carcajada que no era de este mundo, luego ladeó la cabeza, en un ademán terrorífico, como si me estudiara, y dijo: 
--¡No me juzgues! ¡No te atrevas a juzgarme! ¡Fue amor!¡Fue amor y por culpa de ese amor tuve que perderla! Pero yo lo amaba y él a mí, lo amaba tanto…Y ahora lo he perdido, he perdido a mi Blanca, he perdido a mi vida, he perdido a mi amor…Lo escuché llorar... Muchas veces escuché su llanto, creí que lo tenía tan cerca, sin embargo una noche no lo escuché más. Silencio, lo único que me llega de él es silencio… Pero mi niña, ella me llama desde el fondo de la cañada, en el parque, ella me llama y no puedo encontrarla. ¡No me juzgues! ¡No te atrevas! Soy un alma enamorada que ha perdido por amor. 
--¿Amada?--murmuré cuando ella terminó de hablarme y siguió su camino lamentándose. Entonces imprevistamente se enfureció y se precipitó hacía mí como un torbellino de humo negro y como un huracán embravecido, me envolvió y su voz que parecía venir de todas partes sentenció: 
--¡Sé quién eres! ¡Mala semilla! ¡No me importa lo qué hagas conmigo! ¡Ya me ha ganado la putrefacción! ¡Ya me he desintegrado! ¡Condenar mi alma no podrán ni tú ni los de tu estirpe maldita! Seguiré buscando a mi niña, ese castigo me fue impuesto por Dios, no por ustedes. ¡No podrán juzgarme pues sus almas serán más retorcidas y más negras y no conocerán el descanso ni la libertad pues han de permanecer atadas a la carne! Yo busco, se me permite tener la esperanza de encontrar a mi hija y  de liberar a mi amor del silencio ¡Pero ese día no les llegará a los malditos! ¡Maldito él y maldito su engendro! ¡Maldito él y maldito su engendro! 






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Soy Silvina Sant escritora.

Mis libros publicados.

El narrador. Breves consejos, para escritores principiantes.