Amada y Alejandro. Fragmento de "El Ángel del Mausoleo"

[...] Pasado un lustro desde que había dejado su casa natal y para cuando cumplió los veinte años, Alejandro ya hablaba perfectamente el español, había aprendido a leerlo y a escribirlo, pues tenía avidez innata por adquirir conocimientos, por educarse; y la inteligencia aguda y rápida que le permitió lograrlo.
Además, aquel muchacho larguirucho, de cabello cobrizo y ojos celestes, se convirtió pronto, en un hombre de físico imponente, forjado con el trabajo duro en kilómetros de vías férreas.
De carácter alegre, como los de su tierra, amante de la cerveza y la música, fue por entonces que conoció a Amada, una muchacha también en sus veinte años, la más hermosa que había visto. Tenía rizos morenos, y ojos ambarinos que encerraban un pedazo de sol en ellos.
Alejandro se casó con Amada [...]

Corría el año de 1885.