Milena...

Había llovido todo el día.
Al caer la noche un cielo rojizo iluminaba las cúpulas citadinas y se reflejaba en los destellos de los charcos sobre la pizarra oscura de los techos.
Milena se asomó por la ventana oval de su ático en la cima de un antiguo y rebuscado edificio. Observó a las oscuras siluetas redondeadas o puntiagudas apoyarse en el telón púrpura.
El aire estaba denso, la humedad se podía respirar, pero sin embargo, a ella le pareció que esa era una buena noche para salir.
Tal vez, porque de pronto sintió nostalgia de tiempos pasados.
Buscó en su guardarropas el vestido negro de terciopelo y encaje que dejaba al descubierto las piernas larguísimas y lo combinó con botas de caña baja y de  tacos altos.  Recogió el cabello rubio casi platino, en un cuidado y a la vez desprolijo rodete y maquilló exageradamente con delineador negro sus ojos, lo que acentuó aún más la mirada celeste y la tez pálida. Cuando estuvo lista se calzó la casaca de cuero y salió, dejando a la sombra fantasmal de su perfume, dando vueltas por las gastadas escalinatas de mármol.
La noche de la gran ciudad que nunca duerme, la recibió con sus luces  y sus calles atestadas de personas que como ella no se habían dejado amilanar por el clima.
Pero no era ese el bullicio que buscaba, así que se alejó del centro. Caminó por una callecita de acera angosta y empedrado que brillaba como el azabache por efecto de la humedad. De tanto en tanto un blanco resplandor iluminaba el cielo y a los edificios viejos, la tormenta aún asechaba. La multitud había quedado atrás, ahora caminaba sola, el ruido de sus tacones repiqueteando contra el suelo retumbaba en el aire, a no ser por ella misma y su sombra, parecía que no existía nadie mas que se animara a andar por aquellas calles oscuras.
Caminó presurosa y decidida. Hasta que finamente llegó a destino, un local sin letrero con una puerta oscura y la música que hiriendo a las paredes se escapaba desde el interior. Milena respiró hondo como si se tragara los acordes fugitivos y sonrío con satisfacción.
Caminó lentamente entre los seres reunidos en la entrada, vestidos con su uniforme de casacas de cuero y largos cabellos.
A cada uno de ellos miró a la cara como si estuviera buscando a alguien en particular, que aparentemente no encontró, así que después de la infructuosa recorrida, entró al tugurio.
Se detuvo en el peldaño superior de la escalera que descendía hasta el salón, desde allí pudo abarcar con la mirada todo el lugar.
A la derecha la luz azul que desprendía un letrero de neón,  iluminaba a la barra, donde algunos bultos bebían entre la penumbra y el humo de los cigarrillos. Sobre el escenario ubicado en el centro, al fondo del local, cuatro músicos volcaban su ira y sus largas cabelleras en frenéticos compases para unos diez muchachos enloquecidos que saltaban y se empujaban entre ellos como si estuvieran en el enajenado trance de una danza ritual. También en el área central pero mas cerca de la entrada, se encontraban las mesas donde algunos grupitos hablaban animadamente a pesar del volumen de la música, a la izquierda traspasando una arcada, había un recinto mas pequeño, con una mesa de pool iluminada por una lámpara que vertía su luz naranja sobre el paño verde, al rededor un grupo de jóvenes, de ambos sexos esperaban sus turnos para echar a rodar la bola a la buchaca elegida.
Después de ese reconocimiento, Milena descendió los escalones y se dirigió hacia la barra. Se sentó en una butaca, pidió algo para tomar, y se entretuvo con las fotos de las bandas que habían tocado en el lugar y que estaban pegadas en un sector de la pared, pero le prestó atención a unas fotos en particular.
--The creatures of the moon--dijo en inglés el barman que había estado observándola. Ella se quedó mirándolo y él le aclaró--Es el nombre de la banda que estás viendo en esa foto.
--Ya lo sé--contestó Milena con una leve sonrisa--los conocí, los vi tocar aquí mismo.
--¿En serio?--dijo el hombre sorprendido--no recuerdo haberte visto por aquí.
--Pero solía venir, eran otras épocas entonces.
--Si es cierto, “The Creatures” solían traer mucho público y el local se abarrotaba de gente, había mucho movimiento, no como ahora -- comentó con nostalgia el hombre.
--¿Qué pasó con ellos?--preguntó Milena.
--Eran unos adolescentes que apenas sabían qué hacer de sus vidas, muy buenos músicos es cierto, pero unos niños al fin. Cuando Andy desapareció, la banda buscó otro guitarrista, pero se peleaban todo el tiempo y terminaron por separarse, una pena.
--¡Andy! ¡El más lindo de la banda!--exclamó Milena con picardía y sonrió como recordando algo.
--Reconozco que cuando ellos tocaban venían muchas más chicas que ahora y la gran mayoría por el muchacho rubio de la guitarra.
--¿Y no se supo nada de él?
--¿De Andy? No nadie supo nada. -- respondió el hombre.
--Es una lástima, creí que a lo mejor esta noche lo podía llegar a encontrar aquí -- dijo Milena con algo de frustración.
El hombre miró a la muchacha con más atención que cuando habían comenzado la conversación, notó que era hermosa, altísima y espigada, rodeada de un halo de misterio que combinado con la voz apagada la hacía en extremo atractiva, y no lograba entender qué podía ver una mujer como ella en un chico de aspecto andrógino que según él,  solamente sabía sacudir la cabeza al ritmo de la música que tocaba.
--Allá jugando al pool está la ex novia, Sonya--dijo luego el barman rompiendo el breve silencio que se había generado.
--¡Ah! Sonya--murmuró Milena, e inmediatamente se puso de pie y con su andar sinuoso se encaminó hacia la mesa de pool.
Sin decir palabra se recostó contra una columna, echando hacía atrás los hombros y arqueando la espalda flexible. Clavó los ojos celestes enmarcados en negro profundo en cada uno de los que estaban allí jugando.
Los acordes de un tema de la desaparecida banda estrella del lugar The Creatures of the moon, comenzaron a sonar y de pronto hubo un éxodo masivo hacía el escenario. Sonya se quedó junto a la mesa de pool, aún con el taco en la mano, devolviéndole a Milena la mirada pero de un modo desafiante.
--Suenan bien--dijo Milena refiriéndose a la banda que estaba tocando en ese momento.
--No como los originales--respondió Sonya.
--No, claro que no, pero es una buena versión.
--Bueno, bueno, tenemos aquí a una fan de nuestras queridas criaturas de la luna--dijo Sonya con sorna y con la autoridad y la superioridad que ella creía que le otorgaba, el haber sido mujer de uno de los integrantes de la extinta banda.
Milena sonrió, se acercó a la mesa, estiró su largo y etéreo cuerpo sobre el paño verde para acomodar las bolas dentro del triangulo de madera y luego arremetió contra ellas, eligió a las lisas, una a una las fue depositando en las buchacas y sin darle oportunidad a su oponente para que pudiera hacer lo propio, terminó la partida.
Sonya se quedó mirando absorta a la rubia que se había movido con total destreza en un ámbito en el cual ella era la reina, seguramente pensó que si ésta era seguidora de la banda la debería haber visto con anterioridad, una mujer así no pasaba para nada desapercibida.
--¿Quién sos?--preguntó Sonya
--Milena--fue la respuesta.
Sin decir palabra, Sonya acomodó las bolas sobre el paño verde y abrió la partida, bajo la mirada de Milena, que la estudió minuciosamente: Era una mujer alta aunque no tanto como ella, delgada, algo más voluptuosa y con una larga cabellera renegrida, llevaba los ojos oscuros enmarcados en abundante maquillaje y le cubrían los brazos, coloridos tatuajes que resaltaban en su piel blanca. Era la imagen de la rockera por excelencia. Mientras Sonya seguía con su partida en el pool, Milena se dedicó a mirar las fotos de la banda que también había pegadas en la pared de aquel recinto. -- Es cierto -- murmuró -- no eran más que unos chicos jugando a ser estrellas de rock,  pero nunca se animaron a salir de estas paredes, y sin embargo aquí tienen esta especie de santuario donde son adorados ¿Por qué?.
--Estás de suerte rubia, hoy es su noche tributo, así que van a tocar muchas de sus canciones-- dijo un sujeto interrumpiendo los pensamientos de Milena y su romance con aquellas fotos. Milena volvió la cabeza y le clavó los ojos a su nuevo interlocutor, luego le preguntó--¿Tributo?
--Si, hoy se conmemoran exactamente cuatro años que la banda dejó de tocar con Andy, aunque siguieron unos meses más, con otro guitarrista -- aclaró el muchacho.
--Cuatro años ya ... -- murmuró Milena, y luego preguntó -- ¿Y se sabe algo de ellos? ¿Están tocando en otra banda?
--No -- respondió el chico meneando la cabeza -- creo que es por esa razón que se convirtieron en una especie de “Culto” en este lugar. No han vuelto a subirse a un escenario ninguno de ellos, por lo que sé, ya no son músicos se dedican a otras cosas.
--¿Y Andy? ¿Qué se sabe de él?--preguntó Milena.
--Nada, es un misterio.-- contestó el muchacho.
--Parece que te interesa Andy, “Rubia“ ¿Qué querés saber sobre él? -- preguntó Sonya uniéndose a la conversación.
--Curiosidad, nada más, no te pongas mal, “Morocha”, no vine a robar tu recuerdo, porque eso es él para vos, un recuerdo ¿O seguís siendo su chica? -- contestó Milena con cierta ironía tal vez en respuesta a la actitud de Sonya, quien no habló, y volvió a la mesa de pool a prepararse para otra partida.
--¡Cuatro años después nuestro querido Andy sigue enfrentando a las chicas! --  exclamó el muchacho que había estado hablando con Milena.
--¡Rodri cerrá el pico y vení a jugar conmigo! -- ordenó Sonya al joven, sin ocultar su enojo.
Milena se dirigió a la barra con su serpenteante andar y retornó con dos porrones  de cerveza a la mesa de pool, y le ofreció una a Sonya
--En son de paz-- le dijo mirándola a los ojos, con tal intensidad que logró intimidar a la muchacha -- Gracias -- dijo ésta  sin poder sostener la mirada y se sorprendió porque el porrón era del tipo de cerveza que a ella le gustaba, entonces volvió a mirar a Milena con intriga
--Una sugerencia del hombre de la barra--dijo Milena que adivinó el interrogante impreso en el rostro de Sonya--Juguemos una partida--propuso luego.
--Está bien--asintió la morocha, en apariencia algo mas distendida, aunque su plan secreto era averiguar sobre la intrusa todo lo que le fuera posible, su presencia le había reflotado viejos recuerdos que creía enterrados y quería averiguar por qué, muchos eran los interrogantes y las sensaciones que aquella le estaba generando. -- Y  ¿Cómo conociste a Andy? -- preguntó, mientras estiraba su cuerpo sensualmente, a sabiendas, sobre la mesa para poder hacer la jugada planeada.
--No lo conocí--fue la respuesta de Milena.
--¿En serio?--no me lo parece, hacés  demasiadas preguntas sobre él.
--Es curiosidad, solía venir a ver a la banda y me gustaba verlo tocar, dejé de hacerlo hace cuatro años, hoy se me ocurrió  pasar nuevamente por aquí y me
encuentro que se convirtió en una “Leyenda” --  dijo Milena y se dispuso a hacer su jugada.
Por el horario las bandas habían dejado de tocar, pero como afuera diluviaba, los concurrentes al club, prefirieron quedarse. Ellas estaban tan compenetradas en lo suyo que no se percataron de los curiosos que se habían congregado  para presenciar “El duelo” entre ambas.
--¿Quien es la rubia?--preguntó alguien.
--Parece que le apareció una antigua rival a Sonya, Andy se tenía guardada a esta muñeca -- fue la respuesta.
Por momentos permanecían en silencio, hasta que alguna lo rompía con una estocada, devuelta espectacularmente por la otra, en una coreografía donde los cuerpos estilizados sobre el paño verde de la mesa de pool, y las lenguas agudas hacían las delicias de los testigos, en su mayoría masculinos. Y en el centro de la disputa se encontraba Andy, más vigente que nunca a pesar de su ausencia.  Entraron a esparcirse los mas disparatados rumores perfeccionados a partir de teorías con sabor etílico, algunos llegaban a oídos de las damas en guerra.
--Milena ¿Dónde está Andy en este momento? Él te mandó a investigar el terreno, según acabo de escuchar -- soltó Sonya mientras se preparaba para echar una nueva ronda.
Milena que había entendido el juego, simplemente sonrió con aire misterioso y respondió con otra pregunta: -- ¿Qué te hace pensar que yo se dónde está?
--Todo parece indicar que lo sabés, nadie aquí cree que hayas venido antes a ver a la banda, creéme Rubia, no habrías pasado desapercibida, alguno de estos cabezas huecas que están aquí te recordaría eso es seguro--dijo Sonya, a lo cual todos los del público improvisado soltaron al unísono una expresión de aprobación. Contenta con la aparente complicidad de los presentes, continuó con su apuesta--Aquí me dicen que sos su chica, no me extrañaría, sos su tipo sin lugar a dudas, rubia, distinguida y misteriosa, todo lo que una estrella de rock parece desear.
Milena sonrío, se quedó en silencio mientras realizó su jugada y  luego otra y otra, hasta que terminó la partida airosa, recién después habló: -- Pero sucede que él no es una estrella de rock, nunca lo fue, no llegó a serlo, simplemente desapareció. Ese fue su único merito aquí ¿Y ustedes lo adoran como a un héroe? ¡Andy esto … Andy lo otro! ¡Desapareció de sus vidas! ¿Pueden ser tan patéticos? ¿No se dan cuenta que todo esto no es real? -- Exclamó Milena dirigiéndose a todos los que se encontraban ahí, en un arrebato, del que luego se arrepentiría.
Hubo silencio después de esas palabras, pero Sonya contestó -- Es evidente Rubia, que no entendés el espíritu de este lugar, tanto los chicos que se suben a ese escenario a interpretar canciones ajenas, como los que se sacan fotos y las pegan en las paredes o los que simplemente están aquí, bebiendo con amigos y escuchando música, esperan el día para poder venir a este sótano y olvidarse de sus rutinas aunque sea jugando por unas horas a ser estrellas de rock, o venerando a quienes a ellos se les de la gana.
Luego de decir eso, Sonya se fue a la barra. Milena se quedó unos segundos en la penumbra del salón fuera del halo de la luz naranja de la lámpara que iluminaba la mesa de pool, donde ya no quedaba nadie, pues cuando la parte divertida del juego cambió, el entusiasmo de los presentes desapareció.
--Y vos ¿Por qué seguís viniendo a este lugar? -- Preguntó Milena a Sonya después de seguirla a la barra, pero no obtuvo respuesta, la interpelada se limitó a tomar un trago de cerveza y a mirar hacía otro lado o a esconderse sosteniendo palabras perdidas con algún personaje eventual. Esto no le importó a Milena que siguió parada junto a la joven, fue en ese momento que reparó en los tatuajes que ésta llevaba en sus brazos, y descubrió entre los dibujos de dos guitarras con sus diapasones cruzados cubiertos de rosas rojas, el rostro aniñado de Andy.
--¿Tanto lo amabas? ¿O es parte de la puesta en escena de este lugar? -- preguntó luego tomando a la joven por el brazo.
--¿Qué te importa? -- respondió Sonya indignada sacándole el brazo con un ademán brusco. Aunque un segundo después con la voz apenas audible dijo -- Lo amo.
--¿Por qué?  ¿Qué te dio él? -- preguntó Milena con una visible indignación.
Sonya entonces levantó la vista y la miró abriendo muy grande los ojos oscuros.
--¿Acaso el amor es un pago por lo que alguien te puede llegar a dar? Además ¿Qué sabés vos lo que él me dio o no?
--No lo sé, pero me sorprende esta devoción eso es todo. En tal caso te pido que me perdones me extralimité -- contestó Milena al ver que sus palabras y su actitud habían molestado mucho más de lo que ella suponía.
--¿A qué viniste a este lugar? ¿Quién te crees que sos para entrar aquí y juzgarnos? -- replicó Sonya.
--Nadie, no soy nadie.-- contestó por ultimo Milena y se encaminó hacia la escalera para retirase . Cuando salió a la calle respiró el aire fresco, había dejado de llover y los resplandores del amanecer subían lentamente por detrás de los edificios. Se cuestionó la decisión que había tomado esa noche de ir a aquel lugar, ni siquiera tenía muy en claro el motivo por el cual lo había hecho, se podía decir que siguió un impulso, por lo cual no llegó a medir las consecuencias, y ahora se retiraba cargando el peso de la culpa. Pero ¿Qué culpa podía tener ella? Se supone que los jóvenes olvidan y siguen con sus vidas. Murmuraba esos pensamientos, mientras se alejaba caminando por la acera mojada. Se detuvo al escuchar la voz de Sonya ---¡Ya se quien sos!
--¿Lo sabés? -- preguntó Milena sorprendida
--Si, te vi en algunas publicaciones de moda.  Es curioso como los recuerdos llegan de pronto, ahora puedo atar cabos, Andy me dijo poco antes de desaparecer que había conocido a alguien que le había propuesto entrar al mundo del modelaje. No me imaginé que aceptaría. Pero ahora que estas aquí, creo que ya lo sé, es cierto entonces, que sos su novia.
--No, no lo sabés -- dijo Milena acercándose lentamente a Sonya, cuando estuvo muy cerca la abrazó y para sorpresa de la joven, le dio un suave beso en la boca, rozándole apenas los labios.
Tal vez fue en esa leve caricia, que la piel de Sonya recordó, porque abrió los ojos y se llevó una mano a la boca. Y en ese instante ínfimo, el misterio y la incertidumbre que la paralizaron durante los últimos cuatro años se desvanecieron.
Luego con lágrimas en los ojos Milena habló-- Recién me reprochaba haber venido esta noche. No tenía un motivo claro, y la verdad es que al principio me divirtió el juego. Sin embargo ahora me doy cuenta que tenía una razón -- dijo enjugándose las lágrimas -- No lo esperes, Andy no regresará, Andy ya no existe. No sigas perdiendo tu tiempo con recuerdos.
Después de decir aquello, volvió a abrazar a Sonya y la sostuvo unos segundos intensos entre sus brazos.
Cuando finalmente se apartaron, la joven le preguntó:
--No te voy a volver a ver ¿Verdad?
--No--le respondió Milena acariciándole la mejilla, y esa fue la despedida.
Sonya la vio alejarse con su andar ondulante, liviana, distendida, hacía el sol anaranjado que emergía impetuoso al final de la calle.

Fin



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