En el Tren. Fragmento de: El Pasajero.

Todos las semanas, de lunes a viernes tomaba el tren a las siete de la mañana, para estar en el centro de la ciudad a las ocho, y de regreso a mi casa lo hacía en el tren de las cinco de la tarde.
Normalmente me encontraba con algunos rostros conocidos, compañeros de viaje de ida y vuelta, camaradas anónimos con quienes alguna vez cruzaba palabras sueltas o mantenía una conversación suscrita al vagón. Entre esos pasajeros había un personaje al que veía de vez en cuando, podía ser tanto en el viaje de ida como en el de vuelta, o en ambos. Era un hombre extraño, vestido de negro, de edad indefinida, solía sentarse solo, y siempre mantenía los ojos oscuros viendo al frente, no usaba teléfono celular, no hablaba, ni parecía mirar a nada ni a nadie.
Una tarde yo viajaba parado, pegado a una de las puertas del vagón, y al pasar la vista fugazmente por los asientos, en busca del milagro de encontrar uno vacío, lo vi sentado junto a una ventanilla, entonces sucedió algo de lo mas sorprendente, o al menos eso me pareció. Según como le daba la luz, conforme el tren avanzaba, provocaba en el hombre un juego raro, como un espejismo, daba la sensación que imágenes de él mismo en distintas edades, se superponían en su figura. Como esas láminas tridimensionales que cambian dependiendo el movimiento y la iluminación. Me quedé alucinado con aquello, por momentos un anciano, por momentos un hombre de mediana edad, un joven, todos convergían en una misma persona emergiendo o desapareciendo con cada reflejo del sol de la tarde que entraba por la ventanilla. “Milagrosamente“, el asiento que enfrentaba al suyo se desocupó, ninguna de las personas que estaban paradas mas cerca parecieron percatarse, así que lo tomé, todavía me quedaba un buen trecho de viaje, mis piernas cansadas del ajetreo diario lo agradecieron.

El actor Christopher Lee, su imagen inspiró al personaje del Pasajero.